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HOMENAJES

 

   

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HOMENAJE EN MEMORIA
DE

ÁNGEL ALMAZÁN LUNA


Joven antifascista, trabajador administrativo y estudiante de 18, asesinado en Madrid el 15 de diciembre de 1976.
 

                                                      


Foto de Ángel Almazán Luna, tomada de El País, 19 mayo 2009.


Ángel Almazán Luna, asesinado en una manifestación convocada por el PTE el 15 de diciembre de 1976 contra el Referéndum de la Reforma Política. Ángel fue detenido en el momento de dispersión de la manifestación y brutalmente apaleado por la policía antidisturbios que le propinó con ensañamiento  culatazos, patadas y golpes en la cabeza y todo el cuerpo.  Las heridas  sufridas eran  mortales de necesidad, murió como consecuencia de mismas  el 20 de diciembre en el centro hospitalario Residencia  La Paz de Madrid, en la Unidad de Cuidados Intensivos.


Como podemos documentar  a través de testigos presenciales,  la policía disparaba botes de humo y pelotas de goma para reprimir y dispersar a los manifestantes;  los mismos testigos aseguran haber  visto como llevaban a rastras a un joven fuerte, Ángel, cómo se ensañaban brutalmente con él dándole golpes con la culata del fusil y con las porras. También a través del Correo del Pueblo nº 73 se denunció en su día que Ángel estuvo detenido después de la salvaje paliza en un portal, sangrando, destrozado por el dolor y que la ambulancia tardó casi una hora en llevarlo al hospital. Probablemente mientras que los policías esperaban órdenes sobre qué hacer con la horrible situación que ellos mismos habían provocado.

La infame actuación policial marcará “el broche final”  -para escarnio de los promotores  del Referéndum- de lo que había sido la campaña del gobierno Suárez contra los abstencionistas.  Así, aquella noche, mientras los reformistas de Suárez, “travestidos” de demócratas, celebraban “su” triunfo en el Referéndum, Ángel, apaleado hasta llevarlo a la muerte en una calle de Madrid, agonizaba en el hospital.

Debemos recordar que en la presentación pública de la campaña del Referéndum por parte de Martin Villa, como Ministro de Gobernación del Gobierno Suárez, había “advertido”  el 23 de noviembre que,  el Gobierno sería “beligerante” con las posiciones abstencionistas. Su beligerancia se mostró de  forma clara y contundente con cientos de detenciones de militantes de  todos los partidos de izquierda, con  apaleamientos a los que distribuían propaganda  y se pronunciaban por la abstención, así como, con  violentas actuaciones de la policía para disolver  todos los  actos que la promovían.

Era aquel un Referéndum que se celebraba con los partidos de la oposición en la  ilegalidad, con todos los derechos democráticos conculcados y, con gran número de  presos políticos en la cárcel. Un Referéndum que se celebraba  sin cumplirse ni una sola de las reivindicaciones de los organismos unitarios de la oposición, ni uno solo de los que se planteaban en CD y en la Plataforma de Organismos Democráticos (POD).  Un Referéndum antidemocrático, ilegal y fraudulento que acabó  manchado de sangre; manchado con la sangre de Ángel Almazán Luna, como lo expresó en su día el  PTE en su prensa. También con la de  varias decenas de opositores que cayeron muertos en manifestaciones y protestas  antes que Ángel por defender la Ruptura con el franquismo. En efecto, se contaban  ya más de 30 demócratas asesinados desde la muerte Franco  en la lucha por la amnistía y las libertades políticas.



Cartel editado por la Joven Guardia Roja de España (JGRE) en la campaña por la abstención en  el Referéndum.

 Contra esa situación de impunidad se manifestaba Ángel en aquella protesta convocada por el PTE: un acto de apoyo a la  Ruptura con el régimen y  la conquista de las libertades democráticas.



Cartel editado por el PTE contra el fraude que significó el referéndum.

Según todos los que le conocían, Ángel era un joven generoso y  valiente, con enormes ganas de aprender y luchar, un joven antifascista que participaba en todas las manifestaciones en defensa de la democracia y la libertad. Un joven que estudiaba y trabajaba para ayudar a su familia; una familia de trabajadores truncada para siempre por el dolor y la pérdida de su hijo mayor Javier Almazán, hermano pequeño de Ángel no consigue olvidar el  recuerdo  de su madre rota, desgarrada por el dolor de ver a su hijo deformado y agonizando en el hospital: “Me lo han matado” había  gritado al volver a casa, ni como explicó que estaba destrozado, desfigurado por los golpes. Una familia más destrozada para siempre por la barbarie, obligada a vivir su dolor en silencio sin que ninguna institución pública hiciera el más mínimo gesto de justicia para su hijo. Sus padres acabaron sus días sin poder ver ese reconocimiento público, cuando llegó a través de la Ley de Memoria Histórica 52/2007, los dos, enfermos de alzhéimer ya no recordaban el trágico final de Ángel.

La versión oficial de los hechos resulta sorprendente, como en tantos otros casos, lo único que pretendía el gobierno Suárez era proteger a los represores; una versión llena de despropósitos y mentiras en la que se afirmaba que Ángel se había golpeado con una farola. Pero como cualquiera puede deducir fácilmente las lesiones que presentaba en todo el cuerpo no se correspondían con un golpe con  una farola, sino con una paliza tan brutal que le había dejado inconsciente, prácticamente en estado agónico. Por eso estaba ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Residencia La Paz; además, la familia no pudo tener acceso al historial del hospital durante los días que estuvo ingresado, ni después. Durante los días que duró su agonía estuvo  vigilado de cerca por un grupo de policías para evitar que nadie, fuera de la familia, pudiera ver el gravísimo estado en que se encontraba. El historial desapareció del hospital y el certificado médico de defunción  fue entregado en la comisaria de distrito y al juez de guardia.

En cuanto al tratamiento de la prensa, no pudo ser más manipulador, una pequeña nota en la Vanguardia del día 21 de diciembre relataba que se habían producido “enfrentamientos entre manifestantes y policía en la Gran Vía madrileña”. Nuevamente  una versión desmentida por los hechos y por los que participaban en aquella manifestación, una versión tergiversadora de la realidad, dado que ningún policía había resultado herido. Los únicos enfrentamientos fueron los que produjo la policía utilizando balas de goma y gases lacrimógenos para disolver a los manifestantes. El articulista añadía que  el joven Ángel  había ingresado  “herido por causas  no determinadas” ¡Menudo eufemismo el utilizado por el redactor del citado articulito! Se trata de un artículo sin firmar, por lo que en él se dice es responsabilidad del director de La Vanguardia en aquel momento. Debemos añadir que aunque la prensa no tenía todavía libertad para llamar a las cosas por su nombre, es obvio que había  otras formas de redactar aquella noticia sin ser tendencioso precisamente a favor de los que habían llevado a Ángel a la muerte.

La familia de Ángel, sus padres, Ángel y Tomasa y más tarde Javier, su hermano pequeño,  junto a Saturnino Peña, amigo personal,  llevaban años intentando recabar el esclarecimiento de los hechos  para hacer posible que a Ángel se le reconociese como víctima de la represión franquista.

Hace unos diez años tomaron contacto con el bufete de abogados de Teodoro Mota de Madrid e intentaron acogerse a la Ley de Víctimas del Terrorismo pero no prosperó. Las víctimas del franquismo no tenían, ni tienen a día de hoy,  cabida en esa ley; obviamente, sería  tanto como reconocer que el ilegal Estado franquista había ejercido contra los opositores al régimen el terrorismo de estado. Más tarde, en el proceso de presentación de la documentación para acogerse    a la Ley de Memoria Histórica 52/2007, pudieron por fin tener acceso al sumario que había abierto un juzgado militar.

Del Sumario se desprende que los policías armados que apalearon y  detuvieron a Ángel, declararon ante el juzgado de guardia de la Policía Armada. Lo más llamativo del asunto es que  tanto el Juez como el Secretario eran miembros de ese cuerpo policial: un teniente y un sargento. Los que debían haber sido investigados por un Juez imparcial, se investigaron a sí mismos y alegaron “que se había dado con una farola, que se había caído y hasta que estaba bebido”, en una exhibición absoluta  de hipocresía y falta de principios, con total impunidad, sabiéndose como se sabían “intocables”. Un nuevo asesinato cerrado sin investigación a fondo y sin exigencia de responsabilidades.

La Asociación de Vecinos del Puente de Vallecas hizo público un comunicado pidiendo el esclarecimiento de los hechos y “las responsabilidades que procedan a todos los niveles” y convocó a los vecinos a manifestar su protesta en su afán de conseguir que el asesinato de Ángel no quedase impune. Tras el funeral  más de 3000 personas se manifestaron  el día 22 en solidaridad con Ángel y su familia, pero desgraciadamente la petición de responsabilidades no prosperó.

El gobierno  Suárez, como en tantos otros casos, nada hizo para llevar a los responsables ante un  juez imparcial; nada hizo tampoco para pedir responsabilidades a los que mandaban el orden público en aquel momento: Martín Villa, ministro de gobernación y  Rosón Gobernador Civil de Madrid. Como hemos dicho, el atestado y toma de declaración a  los policías responsables de la muerte de Ángel la realizó la misma Policía Armada, para pasar después el caso a un tribunal militar que obviamente lo cerró rápidamente.

Queremos citar la indignación que produjo su asesinato en muchos ciudadanos que se manifestó de múltiples formas, la carta de M A Chao de Madrid  es una muestra clara de ello. Una muestra de valentía al expresar de forma rotunda lo que deseaban los manifestantes en aquella protesta

 

La muerte de Ángel Almazán

M.A. Chao  Madrid

El PAIS Opinión 29 12 1976
“Ángel  Almazán Luna, brutalmente agredido en una manifestación el pasado día 15  (ya tristemente célebre), me mueve a escribir esta carta, en la que la indignación ocupa un lugar preferente. Que la muerte del joven Ángel  Almazán esté relacionada estrechamente con el pasado referéndum; que el «triunfo» del presidente  Suárez (como ha dado en calificar el sí la prensa española, y en particular EL PAÍS) haya costado la vida de una persona que no ejercía en su momento otra cosa que lo que teóricamente es un derecho (que de haberse producido como tal, hubiera legitimado el preciado sí reformista), es algo que, a la luz de los hechos y de los acontecimientos pasados (represión, detenciones, multas, agresiones «ultras», intimidación, etc.), no sólo no legitima el sí, vale decir, el referéndum, sino que lo invalida, simple y llanamente.
Pretendo, pues, con esta carta, manifestar mi repulsa (que siento íntimamente no es sólo mía) de tan dramático suceso y de todo lo que de oscuro y antidemocrático ha acompañado al referéndum, externa e internamente.
Guardé y guardaré mi voto, casi «religiosamente», para la verdadera democracia. Que llegará, es decir: se obtendrá, no lo dudo”.

Después de muchos años Javier Almazán expresaba  muy gráficamente en un artículo para El País, el 19 mayo de 2009, de Natalia Junquera yJosé Yodi, lo que ocurría en las calles de nuestro país aquellos negros días llenos de represión, pero con un pueblo decidido a conquistar la libertad: “A mi hermano lo mató la policía de Franco”. “La Transición tuvo esta trastienda de muerte que llenaron personas como mi hermano que luchaba por derechos que hoy están fuera de toda duda. Eran unos niños, unos niños valientes”.

Sí Javier, unos niños valientes, muchos de los cuales no tenían más de 20 años en el momento de su asesinato. Unos niños valientes sí, que luchaban con la entrega, el valor y el entusiasmo con que se defienden las causas justas; la causa justa de derribar la dictadura y conquistar la libertad. Unos niños valientes a los que los herederos de la dictadura impidieron crecer, madurar y hacerse ciudadanos adultos y libres.  Ángel tendría hoy 54 años si aquel día del 15 de diciembre de 1976 no se hubiera topado con un grupo de policías que le apalearon hasta la muerte en una manifestación pacífica y democrática. Unos niños valientes que junto a los centenares de hombres y mujeres que cayeron víctimas de la barbarie franquista son los auténticos protagonistas de la conquista de las libertades políticas.

Querido amigo Ángel ¡NO OS OLVIDAMOS!